Este post es uno de esos que exigen ser escritos en el calor del momento, dejando fluir las emociones pero asegurando que éstas no se desmadren. Tras dos partidos en los que el equipo ha mostrado un rendimiento lamentable tanto en fase defensiva como en fase ofensiva debido a una mera cuestión organizativa, es comprensible que la sangre hierva en las venas de los aficionados picheleiros. El recurrente "lo sabía" resuena en la mente de muchos, quienes se preguntan cómo es posible que lo visto en los encuentros de pretemporada fuera un mero espejismo, una realidad paralela que ocultaba una verdad incómoda sobre el verdadero estado del equipo antes de comenzar la temporada.
La frustración es palpable en la jungla de la red, y no es para menos. Las expectativas débilmente creadas durante la pretemporada se desmoronan como un castillo de naipes al enfrentarse a la cruda realidad de la competición oficial. La falta de cohesión en el equipo, la evidente desconexión entre las líneas y los errores tanto en jugadas defensivas como ofensivas, han hecho caer la moral de la afición a niveles mínimos. Y como no, las ganas de encontrar culpables arrecian.
Hay quienes insistirán en culpar a los jugadores, pero, sinceramente, ¿qué más podríamos pedirles con lo que ya están dando? Corren, luchan y, cuando les quedan fuerzas, todavía creen en la victoria. Han sido reclutados para la causa y han depositado su confianza en su entrenador, ofreciendo un rendimiento destacado en la pretemporada. En este momento, no considero justo responsabilizarlos de los fracasos cuando ninguno de ellos ha ofrecido un rendimiento inferior al esperado. Se han esforzado al máximo, han hecho todo lo humanamente posible y la culpa, si es que existe, no puede recaer sobre ellos.
El entrenador ya ha comenzado a preparar el terreno para la inculpación. Según él, los nefastos momentos de fútbol vistos en estos dos últimos encuentros de liga son simplemente una cuestión de falta de organización sobre el campo. Malos movimientos, líneas muy separadas e inicios de fases tanto ofensivas como defensivas poco acertadas. Pero, ¿realmente es tan culpable Permuy? Con prácticamente nula experiencia en la categoría, se le ha puesto al frente de un grupo sin cohesionar y con problemas físicos, y, por supuesto, todos esperábamos que diera resultados desde el minuto 1, ¿o no?
En el encuentro del pasado sábado, el míster blanquiazul salió con su planteamiento habitual, apostando por Antas en el centro del campo, pero solo logró mantener el control durante los primeros 10 minutos. A los 30 minutos de juego, cambió de sistema intentando corregir los problemas que visualizaba, pero tampoco le funcionó. En el minuto 65, realizó cuatro cambios de una vez, buscando darle un vuelco épico a la situación, como lo hizo frente al Pontevedra; sin embargo, esta vez, naufragó.
Es cierto que los resultados no le avalan, pero Permuy ve lo que todos vemos y no cesa en su empeño de encontrar la tecla mágica. ¿Se le puede pedir más? Yo creo que no. Debe dársele la confianza que se le otorga a cualquier otro entrenador para encontrar la solución y no plantear cambios en la jornada tres que puedan provocar más incertidumbre, desconcierto y falta de coherencia. Aunque claro, la paciencia y la estabilidad son cualidades claramente sobrevaloradas en este fútbol moderno.
Continuando con nuestro ascenso por el organigrama jerárquico y funcional, llegamos al director deportivo. Un cargo de tanta relevancia en el Compostela que, naturalmente, no merecía ni una presentación formal, ya que formaba parte del staff del club desde hacía tiempo y eso, obviamente, lo convertía en un acto totalmente prescindible. Espero que captéis la sutileza de mi ironía. Este, el para mí todavía director de la cantera, ha diseñado el nuevo futuro del Compostela bajo un lema que podríamos bautizar como "para que los veteranos den un rendimiento tan bajo, mejor poner a chavales de la cantera y ahorrarnos la pasta". Una estrategia brillante, sin duda, sobre todo en lo económico que es lo que debe primar.
En mi opinión, fichó a jugadores excelentes de manera individual y configuró una plantilla equilibrada. Pero, y aquí viene la parte divertida, otra cosa muy distinta es valorar su capacidad para afrontar con garantías una competición exigente como la Segunda RFEF. Porque, claro, ¿qué podría salir mal al confiar en una plantilla llena de jóvenes inexpertos para ahorrarnos un buen dinero? Llamadme loco, pero cualquiera, incluido el propio Victor Pazos, sabían que hasta que los chavales no tuvieran rodaje muy probablemente el rendimiento iba a ser bajo. ¿Hasta cuándo? Esa pregunta ya no tiene una respuesta precisa.
Pero aquí es donde surge la cuestión crucial: ¿estamos ante una decisión tomada por Víctor Pazos o es una propuesta de la directiva? Es evidente que la directiva, encargada de gestionar el dinero y el presupuesto de la plantilla, juega un papel fundamental. Estamos hablando de una directiva, incluido Miguel, que actúa de manera opaca, casi intangible, comparable a una densa niebla que se escapa entre los dedos, evanescente y silenciosa. Esta falta de transparencia ha sido una constante, y es aquí donde radica el problema. En mi opinión, la falta de claridad alarmante en su gestión que viene demostrando la directiva, no solo ha generado desconfianza, sino que también ha tenido un impacto negativo en diversos aspectos del club.
¿Acaso el evidente estancamiento de la campaña de abonados es un hecho injustificable?, ¿ha fracasado el club al intentar atraer a más aficionados que en temporadas anteriores? Parece que desde el despacho oval obvian la pérdida de interés general por parte de los seguidores del club y como la atmósfera de incertidumbre que han generado ha contribuido a que ya no se vean con el mismo entusiasmo las decisiones que se toman. El descontento no es solo una cuestión interna, sino que ha trascendido hacia fuera, afectando a la imagen y al atractivo del club.La próxima semana, el “espectáculo” del fútbol regresa al Vero Boquete de San Lázaro con la visita del Langreo al conjunto picheleiro. El colista, aún pendiente de los futbolistas con los que podrá contar, tiene una semana para lamer sus heridas y levantarse con las pocas armas que encuentre. Los asturianos, con 5 puntos, también pondrán difíciles las cosas a un Compos que, aunque tambaleándose, sigue en pie buscando el oxígeno que le permita rehacerse y volver a competir con dignidad. ¡Hasta la próxima semana!!!
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