Hasta el momento habíamos visto a Permuy centrarse en el 5-2-3 (o 5-4-1, si os gusta más), con ocasionales guiños al 4-4-2 cuando la situación se torcía. Pero ya fuese por la llegada de Markitos o por iluminación divina, el Compos se presentó en Langreo con un 4-2-3-1 bien ejecutado. Los primeros 15 minutos de los picheleiros en Asturias fueron brillantes a nivel táctico: buena ocupación del espacio, distancia entre líneas bien medida, centrocampistas escalonados y una circulación de balón precisa. Más allá de las ocasiones creadas, el 0-1 hizo justicia al buen juego visitante.
Pero no solo fue cuestión de sistema, sino también de actitud. El equipo apostó por un modelo combinativo, con intención de atacar y controlar el partido sin descuidar la fase defensiva ni regalar transiciones. Sin embargo, cuando el Langreo reaccionó tras el gol, la fragilidad del Compostela quedó en evidencia. El empate antes del descanso fue el aviso, y la derrota en el descuento tras un error de Selasi, la confirmación de que aún queda trabajo por hacer. A pesar del resultado, la sensación no fue del todo negativa: cambiar de esquema tras media temporada no es fácil, pero la necesidad obligaba. El modelo anterior estaba agotado, o al menos en manos de Permuy.
No es el primer entrenador que, ante la imposibilidad de cerrar su puerta trasera, decide que la mejor defensa es un buen ataque. No creo que Permuy haya renunciado a la portería a cero, pero sí parece haber asumido que por la otra vía no podía seguir. Ahora queda por ver si este nuevo enfoque es suficiente para ganar partidos, porque aún con la apuesta ofensiva, en Langreo el equipo se volvió a ir de vacío.
En lo individual, Antas se mostró más cómodo y liberado en su rol. No fue el mejor, pero se notó una mejoría respecto a semanas anteriores. En el lado opuesto, los pocos minutos que le quedan Manu Rivas. Entiendo que es el gran damnificado con el cambio de sistema, pero cuesta no verlo recorriendo el carril. Selasi, más allá del error puntual, tampoco se ve beneficiado por esta nueva disposición táctica.
El problema llegó después. El Marino, abandonando su actitud pasiva, se volcó en busca del empate y la SD empezó a diluirse. Cada error no forzado era un aviso, y el empate, más que previsible, terminó cayendo. Peor aún, la sensación de fragilidad se hizo tan evidente que el segundo gol visitante también cayó. Como si de una versión reducida del partido de Langreo se tratase, el equipo parecía estar KO. Pero justo antes del descanso, un último arreón devolvió el empate y dejó abierta la esperanza para la segunda mitad.
Tras el descanso, el guion se mantuvo hasta el minuto 60, cuando Permuy sacó a Fausto, Samu y Fer por Selasi, Antas y Carlos, dando entrada a un nuevo Compos. Con más empaque, mejor posicionado y revitalizado, el equipo deleitó a la grada con un buen juego que se tradujo en un 4-2 final. Las decisiones del técnico quedaban justificadas, al menos en el marcador.
A nivel individual, Selasi no está para ser titular, Fausto necesita minutos y Antas no estuvo fino. Samu cumplió con su labor, Ocaña me gustó y Markitos es la mitad de este Compos. Fer Cano, el otro 40%. En cuanto a Hugo, su partido hay que dividirlo en dos: una primera parte discreta con Carlos a su lado y una segunda espectacular con Fer Cano. La diferencia fue notable: En mi opinión Carlos y Hugo estaban muy juntos y parecían estorbarse, mientras que con Fer Cano, ambos jugadores tuvieron su espacio y pudieron destacar los dos.
El próximo fin de semana, la SD Compostela viaja a tierras cántabras para enfrentarse al Escobedo, rival directo en la tabla con solo un punto de diferencia. Además, el miércoles 19, el Compos recibirá al Fabril en el Vero Boquete, un partido clave para ponerse al día en la clasificación. Ambos encuentros serán una prueba de fuego para determinar si esta nueva versión del equipo es una auténtica resurrección u otra ilusión trágica que nos depara el destino. ¡Hasta la semana!!!
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