Cuando comienza una nueva temporada siempre se ven las cosas de un modo diferente. Los numerosos cambios compostelanos, el cambio de entrenador y las energías renovadas te mentalizan lo suficiente como para que pienses que este año las cosas van a cambiar. La duda de este nuevo proyecto te hace pensar que las cosas pueden ir para bien o para mal, pero que irán de algún modo. Empezó la temporada y el equipo, a pesar de sus errores, conseguía sacar los resultados adelante. Nuestras primeras partes son gloriosas, nos sentimos como ese guerrero que comienza a correr en busca de una dura batalla en la que está deseando machacar las primeras cabezas que se encuentre en su camino. Esa subida de emoción y locura se unen en busca de un resultado lo suficientemente eficaz como para salir victorioso. Comienzan los regates, los tiros al palo, los uys! están a la orden del día y, aunque algún que otro gol cae por el camino, no es ventaja suficiente cómo para enfrentarse a la maldita segunda parte.
En cuanto salimos de los vestuarios cambiamos radicalmente. ¿Qué diablos les dan a los jugadores en el descanso? A ver si el agua que beben va a tener algo y estamos aquí sin hacer nada. A lo mejor esos 10 minutos se pueden aprovechar para hacer el descanso en otro lugar, a ver si va a ser que el vestuario tiene malas vibraciones y nos llena de energías negativas... A día de hoy no tenemos ni pajolera idea de cual es el problema pero nuestras segundas partes son un auténtico desastre, salimos de otra manera, con otra actitud, sin sangre, sin ganas...¡qué les pasa, me cago en mi vida! A ver si vamos a tener que bajar los aficionados a poner orden en ese vestuario (si hay que bajar, se baja)...
El caso es que en cuanto llega esa maldita segunda parte y las cosas salen mal acabamos el partido con el ya habitual empate. Tanta ilusión por esta nueva temporada, tantas ganas que teníamos de que este año las cosas cambiasen y, al igual que el año pasado, volvemos a ser los reyes del empate. A fin de cuentas, ese decepcionante punto sirve única y exclusivamente para que los aficionados soltemos esas típicas frases de "conseguimos salir vivos" o "por lo menos nos trajimos un punto a casa". A ver, estimados y estimadas, que un empate tampoco está del todo mal, a fin de cuentas peor es una derrota, pero...¡con tanto empate no podemos aspirar a mucho! El resultado de este pasado domingo lo puedo entender, porque en un campo cómo el que jugamos es muy difícil car dos pases seguidos, pero ¿y el del Bergantiños?¿cómo pudimos empatar contra ellos en nuestro propio campo?¿en nuestro Vero Boquete? Ese empate volverá al final de temporada para recordarnos que la ausencia de la victoria nos puede dejar sin playoff, sino al tiempo...
Así que planteémonos hacer una limpieza de energías negativas en el vestuario compostelano o hagamos un análisis del agua que nuestros guerreros beben en el descanso, lo que no podemos wa seguir regalando las segundas partes, que así no vamos a ningún lado. ¡Hala!¡ A pensar en el próximo domingo!¡y a disfrutar de la semana!
Bienvenidos al maravilloso mundo de la incertidumbre compostelana
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