La Calle: Capítulo VI. Las tres preguntas (casi versión "chorras") - Blog SD Compostela EUJLEFG

miércoles, 8 de agosto de 2018

La Calle: Capítulo VI. Las tres preguntas (casi versión "chorras")


El camino del arroyo parecía interminable, cada paso que daba Samuel era un segundo más de desesperación. ¿Pero no se suponía que la camiseta me iba a ayudar a encontrar la maldita casa?. Tuvo que pasar media hora para que Samuel divisase a lo lejos una curva. Algo diferente, el pequeño gramo de esperanza que necesitaba Samuel para poder seguir adelante, de hecho, se sentía tan ilusionado que comenzó a correr en busca de ese ansiado final.
Finalmente Samuel consiguió llegar a la curva, y tras ella se encontró un muro blanco enorme que ocupaba todo el camino en el que se encontraba una puerta azul de por lo menos 5 metros de alto, toda ella decorada con unas extrañas imágenes que contaban una historia. Frente a la puerta se encontraba un anciano sentado en una pequeña silla de madera. El extraño lucía una larga y fina barba bastante cuidada; su melena blanca y las gafas oscuras que cubrían sus ojos ocultaban su oscuro rostro. Una larga túnica roja con el logo de la Irmandade Picheleira en el centro cubría su alto y delgado cuerpo. Samuel se acercó a él y procuró comenzar una conversación:
- Perdone, ¿sabe usted como puedo abrir esta puerta?¿Es el guardián de la puerta o algo así? No sé, que quiere que le diga, con esas pintas asustar no me asusta, pero vamos… a lo mejor me sorprende con unos poderes mágicos y me convierte en rana…
- ¿Qué opinas de los búhos?¿te fiarías de ellos? – interrumpió el anciano.
- ¿Perdón?¿los búhos? De que cojones me hablas… - contestó perplejo Samuel.
El anciano se saca las gafas y muestra unos ojos rojos, como si dos diamantes rojos y brillantes se incrustasen en sus ojos, y prosiguió:
- Los búhos observan, pero no hablan. Un búho mirará fijamente en todo momento y nunca nadie sabrá que es lo que ha visto. Un ser vivo con tanta responsabilidad no puede ser de fiar, porque tarde o temprano va a explotar.
- Muy bonita la historia – comentó Samuel Pero no sé si sabes que son aves, y no tienen la capacidad mental de un ser humano… Vamos, que es absurdo…
- ¡Eso nos quieren hacer creer! – interrumpió el anciano - Pero realmente su inteligencia casi nos supera…
- A ver, anciano extraño que está sentado en una vieja silla de madera, sabes que hubo gente que hizo estudios sobre los búhos, vamos que está comprobado.
- ¡Porque la verdadera inteligencia no se ve! – volvió a interrumpir el anciano -, sólo se percibe, viene de tu yo interior…
- Vamos, que no me vas a dar la razón y cada vez me saldrás con una teoría más absurda. Mira, no he tenido un buen día, así que deje de lado los cuentos asombrosos y dígame que tengo que hacer para abrir la maldita puerta.
El anciano se levantó apoyándose en un largo bastón negro que ocultaba bajo la túnica:
- Tu incredulidad me preocupa, mi querido amigo, la cobardía de tu yo interior sale a flote. Si quieres abrir esa puerta has de contestarme correctamente a tres preguntas.
- Si ya, las tres preguntas, como en los caballeros de la mesa cuadrada. Pero dígame una cosa anciano, ¿dónde tenía metido el bastón?¿se lo acaba de sacar de la túnica? – contestó Samuel
- ¡Silencio! – interrumpió el anciano – Primera pregunta: ¿Cuál fue el personaje que ha marcado un punto y seguido en tu recorrido picheleiro?.
Esa es fácil – contestó Samuel El aceitunero.


El anciano asintió con su cabeza:
- Primera pregunta…. Acertada. Segunda pregunta: Azul por dentro, naranja por fuera, si quieres que te lo diga, espera ¿qué es?
- ¿Azul por dentro? – preguntó Samuel confusto - ¿y naranja por fuera?¿Qué cojones es eso?
- Cual es tu respuesta definitiva.
- Pero vamos a ver – prosiguió Samuel si es que con lo de azul y naranja, ahí me pierdo, no acabo de entender…
- ¡Cuál es tu respuesta definitiva! – interrumpió el anciano furioso.
- Venga va, me la juego, ¡una pera!
- Segunda pregunta... Acertada. Ahora vamos por la tercera y última…
- Espera, espera – interrumpió Samuel - ¿desde cuando las peras son azules y naranjas?
- Aquí son azules y naranjas, mira.
El anciano mostró la mano y sobre ella apareció una pera de color naranja partida a la mitad. Y efectivamente, su interior era azul. Samuel sonrió:
- Claro, iluso de mi, si es que no las pienso… A ver ¿Cuál es la última pregunta?
El anciano levanta el bastón señalando a la puerta, ésta se abre, mostrando un nuevo mundo tras ella. El anciano se acerca a Samuel:
- La tercera pregunta la encontrarás tras la puerta. Aquí ya no hacemos lo mismo que en los caballeros de la mesa cuadrada, dándole un toque diferente…
- No me convences, plagio de la peli… - contestó Samuel.
El anciano se volvió a sentar en la silla mientras se ponía de nuevo las gafas de sol para ocultar los ojos rojos:
- Que la suerte esté contigo, amigo, yo ya he terminado...




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