La Calle: Capítulo III: El castillo Rojo - Blog SD Compostela EUJLEFG

miércoles, 18 de julio de 2018

La Calle: Capítulo III: El castillo Rojo


El sendero del arroyo era cada vez más largo, de hecho a Samuel le parecía interminable. Pero no se rendiría, ya que al fondo de ese camino están esos malditos recuerdos que tiene que superar, esa extraña casa…
Pasaron horas de camino, las piernas de Samuel comenzaban a temblar, no podía seguir andando, el cansancio comenzaba a apoderarse de su cuerpo, así que se sentó en medio del camino para descansar un poco y recuperarse. La situación era desesperante, por más que siguiese por el camino, el final no se veía, era como andar sin rumbo. Unos pasos comenzaron a escucharse tras Samuel, alguien se acercaba…
- ¿Vas estar caminando mucho más? Lo digo porque hoy tengo una cena y voy a tener que cerrar antes… - El payaso negro que se encontró Samuel en la entrada de la calle y que desapareció misteriosamente volvió a encontrarse con él.
- Vaya… ¿Porqué no me sorprende? Después de lo que he visto ya me espero cualquier cosa. A ver, extraño ser que se me aparece cuando menos lo necesitas, ¿Es que tienes alguna otra idea? – Le contestó Samuel. El payaso negro sonrió:
- Vaya, parece que la ira ha conseguido recuperar tu ironía, vamos avanzando… Pues tengo una idea muchísimo mejor, no lo hagas…


- Ya, claro, la mejor idea a intentarlo es dejarlo, deberías registrar la frase antes de que te la roben… - Contestó un sonriente Samuel.
El payaso negro se acercó a Samuel y se sentó junto a él sin dejar de perder contacto visual:
- Todavía no estás preparado amigo, todavía no tienes las habilidades que debes para poder enfrentarte a esos recuerdos. Dime una cosa ¿cómo pretendías abrir la caja fuerte?
Samuel miró al payaso pensativo y le contestó:
- ¿Con una llave que estará en la mesilla de noche? ¡Pues como va a ser, rompiéndola!
El payaso sonrió ante la irónica respuesta de Samuel y prosiguió la conversación:
- Aún no he conocido a nadie que haya conseguido romper esa puerta, ya que está hecho de un material irrompible del que no te puedo decir su nombre…
- ¿Porqué no me lo puedes decir? – contestó Samuel intrigado.
El payaso bajó la voz:
- Ese material se inventará en tu mundo dentro de unos cuantos años y si te lo digo, ya te habrás adelantado….
Samuel se levantó haciendo caso omiso al payaso y comenzó a andar, el payaso le acompañó andando:
- ¿Porqué no me haces caso? ¿Acaso no me crees? Samuel, este camino no tiene final…
Samuel se paró frente al payaso y le contestó:
- Mira tío, eres un tipo muy raro que me está contando mierdas sobre un material del futuro y no se que mierdas más. ¿En serio crees que puedo tomarte en serio?
- Vente conmigo a visitar a un amigo – dijo el payaso – te aseguro que no te va a decepcionará y es la persona que te dirá donde encontrar la llave de esa caja fuerte. 
Samuel no acababa de ver el final de el camino, y sabía que por mucho que pasasen las horas no iba a aparecer la maldita caja, así que accedió al plan del payaso negro:
- Está bien, vamos a ver a ese tipo, espero que merezca la pena.
- Lo merece. – Contestó el payaso mientras mostraba una gran sonrisa.
El payaso negro agito sus dos manos de arriba abajo, alrededor de él se empezaba a formar como un aura negra que se expandía cada vez más. La luz comenzaba a desaparecer, la oscuridad del payaso cubría todo lo que estaba alrededor de Samuel, quién no podía ver absolutamente nada, estaba todo negro, muy negro. Al momento unas ráfagas de luz comenzaron a invadir la oscuridad y Samuel ya comenzaba a ver de nuevo. Cuando recobró toda la vista, Samuel se encontró un castillo medieval rojo con un pequeño río que le bordeaba; unos extraños animales voladores verdes volaban a través de la torre y se podía escuchar todo tipo de música que salía de su interior.
En breve te llevarán junto al rey, tu espera aquí. – Le dijo el payaso negro
Y antes de que Samuel pudiese decir palabra, el tétrico personaje desapareció. Frente a Samuel se acercaron dos hombres con armaduras rojas y unas espadas en las manos.
- ¡Señor! El rey le está esperando, por favor pase.
Las puertas del castillo se abrieron y se pudo ver una despacho enorme. ¡Todo el castillo era sólo ese despacho! Antes de que Samuel pudiese ver más, apareció el rey para presentarse. Nada más verle, Samuel no daba crédito, no se podía creer que el fuese el rey de este maldito mundo. Pero tenía lógica, sin duda era el momento de reencontrarse con él, así que fue a saludarle:
- Hola, me alegro de volver a verte, mi querido Steve Urkel...



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