¡Madre mía!¡Jesusito de mi vida! Lo que hemos tenido que sufrir para traer la segunda victoria consecutivo de nuestro gran y airoso SD Compostela. Que sí, que hemos ganado, no te lo niego, pero me cago en la leche… gracias a que San Benitiño de Covadolongo nos vió (debía de estar aburrido, es que Covadolongo lo que es ambiente…poco.) y pensó “vamos a echar una mano a estos Composlistos y regalarles una victoria, que ya sufrieron bastante”. Y ¡zas! Como si de un sobre con dinero paseando por la sede del PP se tratase, fue un visto y no visto. Pero no os dejo más con la intriga, queridos compostelanianos de toda la vida, casi mejor os lo cuento:
A las 6 de la tarde de un domingo cualquiera, dos equipos cualquieras juegan un partido cualquiera. Comienza el partido con un Compos enchufado, un Compos insólito. Y cuando alguien está enchufado, aparte de pegarse un calambrazo de aúpa (siempre quise usar esa palabra tan vintage, ¡objetivo cumplido!!), consigue resultados positivos. Y estos resultados llegaron con dos goles… dos goles! Pero ahí no queda la cosa, que va…. Si es que los goles llegaron tan sólo en dos minutos, el 50 y el 52. Y yo me pregunto, ¿tan notable es la diferencia entre los dos equipos para que puedan ocurrir estas cosas? Y nada más decir eso, como si de un gafe de libro se tratase, el Ribadumia nos mete dos goles en el 55 y el 58.
Que sí, que ya lo sé, que estaba más guapo callado, que nada más abrir la boca todas las moscas que protagonizan el dicho “en boca cerrada no entran moscas” decidieron meterse dentro de la mía al mismo tiempo. Este era el momento en el que surge la frase que por desgracia solía ser muy habitual en los partidos de nuestro Compos: ”era demasiado bueno para ser cierto….” Pues no, queridos amigos, amigas y amiguitas, no había que dar la bienvenida al pesimismo, porque el optimismo sacó el billete una hora antes y pudo adelantarse (y voy a dejar de seguir con esta metáfora, porque ya estoy viendo que se me va a ir la olla. Por cierto, algo que siempre me he preguntado ¿Cuál es el número total de ollas de las que dispone el ser humano? Porque a mi ya se me han ido unas cuantas veces, y a este paso me voy a quedar sin ellas…). Nuestro queridísimo Joker Mon volvía a adelantar a nuestros compis del Compos (dios, que malo eso de compis ¿lo borro?¿no lo borro? Bueno, ahora casi lo dejo. Un momento… ¿estoy escribiendo mis pensamientos?). Y todo volvía a la normalidad, apartamos los dientes de esas corroídas uñas (me refiero a las que tenéis en los dedos, no en que nuestro glorioso central y su hermano estén corroídos) y nos dedicamos a hacer otras cosas, como lavar los platos o saltar a la comba.
Ya quedaba poco, el Compos tenía que aguantar el resultado y nos iríamos a casa con los tres puntos (algo que siempre me he preguntado ¿los 3 puntos van en el maletero o reservan 3 asientos en el autobús de vuelta?) Pero dos minutos después, en mi cabeza se pasea una palabra de esas que nunca te gusta escuchar: Iluso. El Ribadumia empata el partido con otro gol en el minuto 65. Llamando a defensa, llamando a defensa… ¿Qué coño está pasando? Algo falla ahí, y por culpa de eso íbamos a perder el partido, por muchos Cardeñosas y Uñas que tengamos (en este caso si que me refiero al jugador, no os vayáis a liar…)
Pasaban los minutos y veíamos como, al igual que el año pasado, se nos volvía a escapar otro partido que teníamos ganado, por más que lo intentaban, el balón no entraba. Hatas que en el minuto 85 uno de nuestros gloriosos ascensores, con la ayuda de San Benitiño, decide usar sus poderes para marcar el gol definitivo que nos daría la victoria; nada más y nada menos que el mismísimo Rober Man, el gran héroe de este partido no apto para cardíacos, el jugador que ha marcado el antes y el después en el camino suntuoso que le ha tocado recorrer a nuestra queridísima SD Compostela.
Así que finalmente, queridos, queridas y queridísimas; nuestro equipo favorito vuelve a casa con los ansiados 3 puntos, y lo más importante, vuelve a casa con la tan ansiada ilusión que nos han empezado a meter en el cuerpo. Así que como ya os dije en el título, ¡Para mear y no echar gota!
Bienvenidos al maravilloso mundo de las gotas que no llegan.
P.D.: Por cierto, al final ya vi lo que hacen con los tres puntos, los llevan en el maletero, por si os habíais quedado con la duda. Me lo contó un amigo de un amigo, que dice que lo vió…
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