El pasado domingo, al leer lo que iba pasando en el partido
del Compostela, me vino a la mente que el encuentro había sido como el guión de una
típica serie de los 80, El Equipo A. Cada minuto del partido era una metáfora a
las diferentes partes de un capítulo tipo de la serie de los chicos duros con
una furgoneta decorada con una desconcertante franja roja (nunca lo entendí, me
imagino a M.A mirando fijamente a la furgoneta negra durante horas pensando que
podía hacer para hacerla más molona, y que de repente le pinta la franja roja
mientras grita: ¡Hala, niquelado!) De hecho, en un principio pensé en comparar
el partido con El Coche Fantástico, esa serie que protagonizaba el actor a una
hamburguesa pegada (el David este que tiene un apellido difícil de pronunciar,
y mucho más difícil de escribir), pero no veía mucha relación…
Comencemos con el principio, el comienzo de la función. Al
igual que Hannibal Smith y sus amigotes; nada más comenzar, nos enfrentamos al
que va a ser el malo maloso del capítulo, y, nada más conocerlo, acabamos
vencidos. Minuto uno, el Vilalonga saca el balón y ¡Zas! Gol al canto. Pero es
que además, para más inri (y no me refiero a las siglas que aparecen en la cruz
de Jesús), deciden regodearse tirando dos balones al palo…¡Dos balones! ¡En la
misma jugada!. Ahí los malos ya se rieron de nosotros y nos metieron presos, el
peor momento de la historia; esa en la que tu como espectador te llenas de
rabia pensando: menos mal que sé que al final los protas te van a dar su
merecido, que sino entro por la pantalla… ¡y te reviento!.
Pero todos sabemos de sobra que cuando el equipo A está
preso, siempre maquinan un plan, siempre acaban ideando una excentricidad que
les va a sacar de esa. Deciden buscar en el lugar donde están encerrados, y
curiosamente los malos fueron tan descuidados como para dejar allí material
y herramientas suficientes como para
crear un supercoche. Pues en el partido, mientras veíais al equipo más
dormido que una Bella Durmiente misógina, en el fondo estaban creando su
supercoche, lo que nos iba a sacar de un terrible desenlace: ni más ni menos que
el supercoche RecobaStar, la esperanza del día.
Y ya llega el momento de gloria, el equipo A ha conseguido
construir su supercoche, tiran la puerta abajo y salen dispuestos a cargarse a
todos y cada uno de los chinos que aparecen en el lugar (aunque un par de
capítulos más tarde volverán a salir los mismos chinos pero con otros nombres).
Ahí sale nuestro RecobaStar para acabar con toda la ilusión del Vilalonga. Pero
en este caso, a diferencia del equipo A, nuestro protagonista decidió el
partido ya en los créditos, para darle más tensión al partido, para dejarnos
todavía menos uñas, para mantenernos en vilo con vino, si es tinto mejor.
Y se acabó el capítulo, el equipo A ganó la batalla, pero
todavía sufren la persecución de unos señores con unas vacenillas en la cabeza
y las siglas PM sobre ellas que no se darán por vencidos nunca (la de dinero
que se debió de gastar el gobierno de los Estados Unidos para intentar coger al
Equipo A. De eso no hablan….). Con esto me refiero a que, a pesar de la
heroicidad, el equipo no consiguió llevarse los tres puntos y ya son unos
cuantos partidos sin ganar, esa es nuestra persecución particular.
Así que imagináos el momento del gol de RecobaStar con la
música del equipo A formando un momento de gloria, de coronación, de pletórica
alegría…. Lo veo, lo veo, no se porqué, pero lo veo.
Bienvenidos al maravilloso mundo de los planes que salen
bien.
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