La Transición (versión seria) - Blog SD Compostela EUJLEFG

miércoles, 5 de octubre de 2016

La Transición (versión seria)

Se puede estar más o menos de acuerdo con el proyecto deportivo planteado por un club de cara a la temporada, pero lo que no se puede es pretender que cumpla unos objetivos para los que no fue diseñado. No puedo estar más racionalmente de acuerdo con esta afirmación aunque mi corazón grite desgarradamente de dolor.
Sientes ese dolor cada vez que tu club amado comunica unos objetivos por debajo de tus expectativas. No sientes dolor pero sí incomprensión cuando intentas explicarte el porqué de unas alineaciones donde sin motivo aparente se producen rotaciones frecuentes. Sientes ese dolor cuando te fuerzan a asumir que tu equipo no tiene aspiraciones clasificatorias, que competirá, sí, pero que si no gana no pasa nada. Sientes dolor e incluso tu fe flaquea cuando tu racionalidad no encuentra respuesta a todas las dudas que genera una plantilla creada para cumplir con el trámite. Así duelen las temporadas de transición, esas temporadas insípidas e insulsas en las que percibes tan lejos el descenso como el liderato. Esas temporadas que nadie recordará y que incluso puedes obviar dentro de la historia de un club. Esas temporadas en las que lo normal es que no pase nada.


Ocultadas tras argucias marketinianas del tipo de “asentarse en la categoría”, “temporada de crecimiento” o cosas similares, los clubes modestos utilizan estás temporadas de transición para ajustar sus balances y pasar una temporada tranquila y sin sobresaltos. El aficionado mientras, guiado por su ferviente pasión y ávido de emociones, se frustra viendo con incredulidad como pasan las jornadas sin más emoción que la que producen los goles. Pero lo que más me duele de todo, es que racionalmente esas temporadas son necesarias, imprescindibles para frenar tendencias suicidas como la que vivimos en casa Compos.
Dentro del nuevo proyecto de nuestro amado club, para esta temporada sólo se contempla un objetivo, crear una base sólida sobre la que sustentar un futuro ascenso. Al menos es original. Original y doloroso. Doloroso como recordar al míster diciendo que si el objetivo hubiese sido el ascenso, seguramente él no habría sido el elegido para comandar este proyecto. Un proyecto que, aunque dista de lo publicado inicialmente, racionalmente tiene más sentido que el anterior, sustentado en una inversión desproporcionada, fallida y desagradecida (No más Olivas). Un proyecto con el que ni descenderemos ni nos convertiremos en equipo revelación, tan sólo seremos ese equipo en transición.

Así que racionalmente deberemos acostumbrarnos a los dos-tres cambios de jugadores semana tras semana, e intentar valorar positivamente las aportaciones de toda la plantilla. Mon hizo un gran trabajo sustituyendo a Cabrejo contra As Pontes y Nogueira, como siempre, se vació en el Juan Baleato. Contra el Vilalbés el Compostela volverá a rotar, entre otros Mitogo que ha sido convocado con su selección (nos alegramos mucho por ti Mito). También pronto rotarán David y Taboada una vez que Carde ha empezado a entrenar con normalidad, y tarde o temprano también lo harán Samu, Saro y Lucas que hasta ahora lo han jugado todo.
También racionalmente parece que tendremos que acostumbrarnos a sufrir. Como el Sevilla de Sampaoli, nuestra vocación ofensiva nos genera desajustes en las transiciones defensivas cediendo muchas ocasiones, y parece que esto no cambiará. Seguiremos cargando el juego en nuestra mejor línea, la ofensiva, e intentaremos anotar más goles que el contrario así acabemos 6-4 o no seamos quien de mejorar nuestro golaverage general de -1.
Sí, todo muy racional, pero estoy igual de jodido. El fútbol sin corazón no es fútbol, no puedes extirparle ni la pasión y ni el sentimiento y mucho menos la esperanza. Esa esperanza que te inunda antes de un partido y te llena de deseo de victoria, que te hace ver el vaso medio lleno aunque seas colista, y que te permite ver posible golear al líder o ascender con todas las apuestas en contra. Esa esperanza a la que yo como cualquier otro aficionado me aferro a diario para poder decir ¡Que imos ascender!.



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