El domingo fui uno de los muchos que no pudo ir a Villalba y siguió al Compostela por las redes gracias al activo Tweeter del equipo. No puedo decir que me sorprendiera la alineación ya que me parece comprensible que se repartan minutos probando pequeñas cosas, pero sí me generaba dudas el planteamiento tan ofensivo. No obstante, a lo largo de toda la primera mitad se demostró que el equipo no se resintió con el cambio, y que fue quien de dominar y macar aunque llegando al final del primer tiempo el Vilalbés empatara tras una mala defensa. Es a partir de este momento cuando empiezan los problemas. En el minuto 44 Primo se lesiona y entra Sobrido para ocupar su puesto. No hay ningún cambio de posición, y parece que los picheleiros aguantan y mantienen el control a pesar de que se echa en faltala el trabajo defensivo de Primo. En este instante todavía creía que la victoria era posible que el equipo era compacto y que había opciones en el banquillo. Llega entonces el fatídico minuto 62. Cardeñosa cae lesionado y el cuerpo técnico se ve obligado a realizar un segundo cambio. En este caso el escogido fue Tomás. Con su entrada, Casas pasó a formar pareja con Uña y Mon retrasó un poco su posición para realizar el trabajo del excéltico. Entiendo que el objetivo era lograr más posesión para continuar el asedio, y nadie mejor que Tomás había en el banco para hacerlo, pero su aporte defensivo es bajo y temía que la fragilidad defensiva por dentro nos pasara factura. No creo que el 1-2, a la contra, en el minuto 66 fuera consecuencia del cambio pero sí el resultado de un riesgo asumido. Es muy fácil hablar a toro pasado y que si el Compostela hubiera anotado primero seguramente estaríamos hablando de otro resultado pero con tanto jugador ofensivo sobre el terreno de juego yo me habría decantado por Samu asumiendo el riesgo de que el 1-2 hubiese subido al marcador igualmente. Y ojo, que no considero que Samu tenga más calidad que Tomás, simplemente que tienen cualidades diferentes y que me hubiera decantado por una opción más conservadora. Con el resultado en contra, y sin el control del juego que finalmente el cambio de Tomás tampoco logró, fuimos pasto de las contras de un equipo muy bien trabajado en los últimos años.
El Compos encaja más de 2 goles por partido esta temporada frente a los 1,25 del año pasado, y cinco de los nueve tantos han sido al contragolpe. Por contra la SD Compostela anota de media más e 2 goles por partido y sólo ha tenido que remontar uno de los cuatro partidos mientras que la temporada pasada tuvo que hacerlo en 2 de cada 5. Aunque no hay que olvidar tampoco que el año pasado sólo le remontaron 5 partidos en toda la temporada y este año ya lleva uno. Es innegable que la mejora de la plantilla ha traído consigo una mejora en cuanto a los goles anotados aunque no ha mejorado los recibidos. Poniéndonos a estas alturas de liga de la temporada pasada nos habían encajado más o menos los mismos goles pero habíamos anotado 4 tantos menos.
Este Compostela trata, desde que llegó este cuerpo técnico, de ser un equipo protagonista, un equipo que quiere la posesión para defender y para atacar sin tregua. A nivel defensivo el equipo maneja dos conceptos la presión tras pérdida y la circulación para anular la presión rival. Ofensivamente se busca ser vertical y profundo con el balón, y adelantar mucho la linea defensiva para intentar jugar siempre cerca del área contraria. Aunque la temporada pasada ya se intentó, en muchos encuentros nos faltó esa verticalidad y profundidad necesarias y nos convirtió en un equipo plano y sin llegada. Además, aunque el equipo presionaba, le costaba encontrar los jugadores que le permitieran hacerse con la posesión sin perder el equilibrio, y eso nos avocaba a tener que defender sin balón en exceso. Y es que esta manera de jugar tiene dos grandes enemigos, la falta de posesión y el contragolpe. Es evidente que si tienes una plantilla diseñada para tener el balón y no lo tienes, su rendimiento caerá exponencialmente por lo que si tu rival es mejor que tú haciéndolo, prepárate para sufrir. Por otro lado, si tu rival cada vez que te roba el balón te obliga a correr para atrás a defender y es más rápido que tú, tienes un problema, uno cada vez que te roba el balón. Entonces, ¿esta manera de jugar no es tan buena? Es fútbol, no hay un sistema perfecto, todos los sistemas y tácticas tienen sus pros y contras y se asumen riesgos con ellos, ofensivos o defensivos pero siempre se asumen riesgos.
¿Que debemos esperar de esta manera de jugar entonces? Guste o no, muchos goles, a favor y en contra. No creo que el equipo esté defensivamente peor que el año pasado, es más, creo que está mejor porque la mayoría de los goles que encaja, de contragolpe, son a causa de su estilo de juego. ¿Podríamos corregir esa debilidad al contragolpe? Sí, pero por lo visto hasta ahora, y que me corrija Yago si me equivoco, no son una prioridad. El cuerpo técnico sigue centrado en focalizar los entrenamientos hacia los ejercicios que trabajen los conceptos claves, presión, circulación, verticalidad, profundidad y cambios de juego, y que, por lo que vi en mi última sesión, aún no están bien implantados. Quedarán pues para después los ejercicios de transiciones que por otro lado son muy complejos ya que es imposible reflejar en ellos la enorme cantidad de variables que intervienen en una transición ofensiva o defensiva.
Y hasta aquí, el sábado vendrá a disputarnos la posesión a San Lázaro el Boiro, un recién descendido repleto de exsegunda B al que nos costará quitarles el balón. Esperemos que el equipo esté fino y equilibrado para un encuentro que deberíamos ganar, y demostrar así que lo del pasado domingo sólo fue un traspiés y no la continuación de una penitencia que podría alargarse hasta el siete de octubre.
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