Villagarcía
de Arosa es una localidad costera de 37283 habitantes situado en la provincia de Pontevedra. Una de las razones por las que se visita esta población es la playa, de hecho dentro de la localidad está la playa
Compostela, llamada así porque siempre fue el principal destino de muchos habitantes de
Santiago en verano. Como en la mayoría de las localidades, dispone de su propio
equipo de fútbol, denominado el Arosa, el último peldaño que tiene que superar
la SD Compostela para seguir luchando por los puestos de Playoff de ascenso.
Un servidor,
debido a que mi padre nació allí, estuvo todos los meses de agosto durante la
infancia. Lo que más recuerdo de esos tiempos eran las noches en las que ponían
películas al aire libre en la plaza del Castro, o aquellas mañanas en las que me encontraba rodeado de
gente tomando vinos en la baldosa mientras intentaba conseguir 25 pesetas para usarlas en la máquina expendedora de
gominolas (pero máquinas de las de antes, esas cajas marrones que eran de todo menos
automáticas. De aquellas ninguna voz te decía “su tabaco, gracias”).
Si conocéis Vilagarcía (y sino lo conocéis ya os lo cuento yo), sabréis que junto al puerto
el pueblo tiene una bonita zona con cines, Mc Donalds y cafeterías varias. Pues
en mi época todo eso no existía, sólo había una gran explanada y un gran campo
de fútbol de tierra. En ese campo llegaron a jugar grandes jugadores como Pablo
Coira (no, que va, no es verdad, pero quedaba muy bien, para darle un poco de
dramatismo a la historia) o Padín (un chaval que pasó por el Deportivo. Tampoco jugó en el campo de tierra, por cierto, pero ¿a que gana dramatismo la historia?).De hecho, en la explanada era donde se celebraban lo
conciertos; ¿y sabéis cual fuera el concierto que más gente tuvo en mi época? Los
Panchos… ¡en serio! Eso era un claro ejemplo de la media de edad de la
localidad. Vamos, que la gente joven, en cuanto podía, emigraba a las
ciudades.
Junto a la explanada y el campo de tierra, cerca de la Alameda, estaban
las atracciones con su noria y sus coches de choque (ahora también las hay,
aunque en otra zona). De hecho, no sé porque recuerdo que una vez, jugando a lo
de las escopetas, gané un muñeco amarillo con forma de zanahoria que tenía
escrita la frase: “me estás poniendo en órbita”. Pero no me pude quedar con él
porqué resultó ser otra cosa (supuestamente era el órgano reproductor
masculino, por si no lo habías pillado. ¿vísteis que respetuoso soy que no usé
la palabra pene? ).
Pero Vilagarcía cambió mucho, que digo mucho, ¡muchísimo!
La zona del campo de A Lomba está irreconocible, de hecho en mi época sólo
había campo (en serio, ¿tan viejo soy?). De todos los campos que he visitado en
toda la tercera división y parte de la Segunda B, el del Arosa fue sin duda el mejor de todos, después de
nuestro estadio Salapasidis, claro está.
Cuando nuestro Compos comenzó su época dorada de
Primera División, el equipo decidió jugar un amistoso contra el Arosa, en A
Lomba. Y yo, evidentemente, fui a ver a nuestro glorioso equipo, con Abadía,
Bellido and company corriendo por el campo. La verdad, el equipo no hizo un
gran partido, y los Arosanos nos decían que ese equipo iba a naufragar en
primera división. Evidentemente, se equivocaron (recuerdo que al día siguiente,
en misa, un amigo de mi padre nada más llegar fue a decirle: “el Compostela fatal,
ni un regate. ni un buen pase, así no aguantan en primera”).
Pero hay algo, un pequeño detalle, que siempre recordaré,
y la verdad, nunca supe porqué hasta hoy. No sé si será la llegada de la primavera,
o el último café con leche que tomé, el caso es que hoy mi lucidez habitual me ha abierto
la mente. Tranquilos, no os impacientéis, que yo os lo explico.
Pues resulta que mi padre fue jugador del Arosa, y
casi todos los veranos se reunía con sus amigotes para jugar partidos de
veteranos. Yo, como buen niño que se precie, me dedicaba a pasearme por los
alrededores del campo en busca de algo que me ayudase a pasar el tiempo. Pues
resulta, da la casualidad, que en uno de esos días, encontré, frente a la
entrada de los vestuarios, un trébol de 4 hojas, quien lo iba a decir, un enano
mocoso que paseaba por el campo encontró la plantita de la suerte, algo
insólito, algo que he decidido recuperar para lo siguiente:
Yo, Alforfoncio Javier Mentoski de Todos los Santos, hago un llamamiento a los dioses de los tréboles de cuatro hojas, pues necesitamos ayuda para
vencer el próximo domingo al Arosa y así ponernos a tres puntitos de los
susodichos. Pido permiso al Dios Thor para que su guerrero vikingo no tenga su
mejor día y nos deje recoger la cosecha de la victoria, que buena falta nos hace.
Dicho está, ciudadanos y ciudadanas, ahora veremos si
hace efecto el rezo. Si acabamos ganando, me invitaréis a una caña. Aunque
suponiendo que en el campo puede haber 600 personas, si todos me invitáis, la
borrachera puede ser brutal. Casi mejor no, con un gracias me vale. Como le dijo el Tío Ben a Spiderman, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Bienvenidos al maravilloso mundo de los tréboles
Arosanos.
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