Era un domingo como tantos otros en Santiago. El cielo gris, una llovizna constante y el ánimo de los aficionados del Compostela a juego con el clima: decaído, pero con esa chispa de esperanza que nunca se apaga del todo. El optimismo, que hace solo una semana corría como río tras una victoria, se evaporaba por completo tras una nueva derrota en liga. "Bueno, al menos no nos golearon," dijo Paco, fiel seguidor del equipo desde los tiempos en que el Compostela se paseaba por los campos de Primera División. Aunque, entre él y sus amigos, el tono era más de resignación que de consuelo
"Es que es de manual," comentó Lucho, echando mano a su cunca en el bar de siempre. "Ganas un partidillo contra un equipiño y ya te crees que estás para la Champions. Luego viene un recién ascendido, te casca dos goles, se lleva los puntos y aún te deja con cara de gilipollas. ¡Y encima en casa!"
"Sí, porque conseguir mantener la portería a cero en casa es ciencia ficción para nosotros", añadió Carmen, con una sonrisa sarcástica mientras removía su café. "En defensa nos parecemos más un queso gruyere que otra cosa".
Lo cierto es que todos eran conscientes de lo complicado de la situación. No era solo la derrota en liga lo que dolía, sino la sensación de que el equipo no terminaba de despegarse de los puestos de cola. Los errores defensivos son como una película de terror que se repite una y otra vez en la cabeza del míster, sin final feliz. Pero lo que realmente pone sal en la herida es la incapacidad del equipo para asustar al rival en ataque. Las ocasiones estaban ahí, claro, pero no lograban ni inquietar lo más mínimo para que los rivales sudaran.
"Es que ni el campo estaba para florituras," se excusaba Pepe, el optimista del grupo. "Entre los charcos y la lluvia, era imposible jugar al toque."
"Sí, claro, como si ellos jugasen en otro campo," respondió Carmen, irónica. "Y ahora nos traerán otro fichaje que aportará más de lo mismo. ¿Tan difícil es completar una plantilla equilibrada?"
Todos rieron, aunque con esa risa amarga de quienes saben que la situación no va a cambiar mucho. Y así, entre bromas y quejas, pasaron la tarde esperando que, por algún milagro, el próximo domingo la cosa fuera distinta. Aunque nadie apostaba mucho por ello
Tras la victoria en la Copa Federación frente al Lealtad la semana pasada, se atisbaba como natural la fuerte ola de optimismo que murió en la orilla de la realidad de la liga. Una jornada más, el Compostela caía en casa por dos tantos a uno frente al recién ascendido Escobedo. Frente a los cántabros, los de Santiago fueron incapaces de mantener la portería a cero, pero sus errores defensivos y el espesor mental que les inundó se tradujo en esfuerzos inútiles en fase ofensiva que, aunque crearon ocasiones, ni fueron tan relevantes como para meter miedo en el rival, ni estuvieron concentradas en el tiempo para generar sensación de agobio o embotellamiento en el conjunto visitante. Es cierto que el campo no estaba para exquisiteces por lo que los equipos tuvieron que abusar del juego directo, pero eso no debe servir de excusa viendo que entre ambos equipos se anotaron tres goles
En cuanto a cuestiones tácticas, pocas novedades. Los de Permuy comenzaron con línea de cuatro atrás, 2 mediocentros de corte defensivo con Fer Cano por delante, Santi de Prado y Manu Rivas por fuera, y Carlos Cinta en punta. Con los dos goles visitantes, le tocó remar, y una vez más optó por el 4-4-2 para acompañar al juego directo, que le reportó un gol ya en el descuento y sin tiempo para más. Dándole vueltas y viendo futbol por ahí, personalmente veo cierto parecido entre los planteamientos del entrenador compostelano y Baraja en su Valencia, pero tengo que verles más partidos para confirmar mis impresiones
Era evidente la desilusión provocada por la nueva derrota, tanto que llegó a desvirtuarse el valor de lo conseguido en Copa, y pocos o ninguno de los jugadores parecían ser merecedores de este club. Curiosamente, al día siguiente el club presentaba a Selasi, y alguna alegría nueva sembró. El mediocentro ghanés bastante físico y con experiencia en primera RFEF, llega a Compostela para apuntalar la plantilla. Con esta nueva incorporación, queda demostrado el cariz de este equipo, casi en las antípodas de lo que en su día planteó Yago Iglesias.
Con todo esto, ayer los blanquiazules volvían a la Copa Federación. En la afición, el mismo desánimo cansino arrastrado desde el domingo, más aún cuando los de Santiago se enfrentaban a un equipo de superior categoría, el Sestao. Sobre un tapete blando castigado por la lluvia, y ante un equipo que jugando en casa y por categoría, iba a llevar la iniciativa, el entrenador del Compos apostó por salir desde el inicio con un 4-4-2 que funcionó muy bien en la presión y en fase defensiva, e intentó alguna cosa sin éxito en fase ofensiva. Pero lo cierto es que, otra vez, a la salida de un córner y con la inestimable ayuda del portero local, el Compostela se adelantaba en el marcador. De ahí hasta el final del encuentro, los locales intentaron con juego directo derruir el muro defensivo visitante, pero el buen trabajo defensivo y la estelar actuación del meta visitante Iago Dominguez, sellaron definitivamente la victoria para los gallegos que entrarían esta mañana de jueves en el bombo de la Copa del Rey
Para el domingo, nuevo reto en liga con la ilusión renovada, pero con la mosca detrás de la oreja. El equipo picheleiro visitará este fin de semana Santander para enfrentarse al filial del Racing. En mi opinión, puede haber dos escenarios posibles, uno en el que los locales superen con claridad a los de Santiago como lo hizo el Fabril en Abegondo, y el otro en el que la inexpugnable defensa blanquiazul genere un entorno óptimo para marcar primero y jugar el resto del encuentro a favor de marcador. Para saberlo habrá que esperar. El partido será a las 12 y podrá seguirse a través del canal oficial de YouTube del club cántabro, y será la antesala a la semifinal de Copa Federación que se celebrará el próximo 16 en el Vero Boquete. ¡Hasta la semana!!!
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