Como tantas otras veces, llovía en Santiago. La ciudad, conocida por sus interminables lluvias otoñales, no hacía excepción aquel día gris y húmedo. Pero nada de eso parecía afectar a Don Pánfilo, un personaje peculiar que, a pesar del tiempo, mantenía sus costumbres. Cada mañana, llueva o truene, él salía a comprar pan. Vestía gafas de sol, lo que resultaba bastante inusual considerando que apenas había luz en aquel cielo encapotado, y llevaba siempre un sombrero de paja viejo y deshilachado. Esa mañana no era diferente: salió de su casa con paso tranquilo, sin dejarse intimidar por las gotas que golpeaban el pavimento.
En cuanto cruzó la calle, su vecino, el señor Fulgencio, lo saludó con su habitual mal humor. Fulgencio era el típico rosmón del vecindario, siempre dispuesto a encontrar el lado negativo de cualquier situación. Llevaba un bigote tan grueso y vivaz que casi parecía tener vida propia. Con su habitual tono sombrío, le gruñó a Pánfilo: "Hoy te va a ir mal, ya lo verás". Parecía que una nube oscura, casi literal, se posaba sobre la cabeza de Fulgencio cada vez que abría la boca.
Pánfilo, acostumbrado a las profecías fatalistas de su vecino, simplemente sonrió y siguió su camino hacia la panadería. Nada en el mundo parecía alterar su paz interior. Al llegar, la señora Clementina, que siempre tenía una sonrisa para los clientes, le vendió un pan tan duro como una piedra. Pero eso no molestó a Pánfilo, quien pagó y salió con su compra, dispuesto a regresar a casa. Sin embargo, no iba a ser un paseo tranquilo. El viento, que soplaba con fuerza, le voló el sombrero justo en el momento en que una paloma, aparentemente frustrada con su día, decidió soltar su "regalo" directamente sobre la cabeza del pobre Pánfilo. Para colmo de males, una bicicleta descontrolada lo empujó al charco más grande de la Alameda. Ahí estaba él, empapado, con el pan duro en una mano y la cara surcada por gotas de lluvia y excremento de paloma.
Resignado, Pánfilo suspiró y murmuró: "Lo que mal empieza, mal acaba". Pero justo cuando pensaba que su día no podía ir peor, algo cambió. La nube que había estado posada sobre Fulgencio desapareció, y los primeros rayos de sol comenzaron a asomarse entre las nubes. Como si el universo quisiera darle una tregua, un niño que pasaba por allí recogió su sombrero y se lo devolvió con una sonrisa. De pronto, Pánfilo se dio cuenta de algo: a veces, aunque el día empiece de la peor manera, siempre hay espacio para que las cosas mejoren.
Tras un punto de doce posibles y la falta de futbol, los agoreros del descenso ya se hacen oír por Compostela, mientras el club pide calma en medio de una evidente crisis deportiva. Calma, que en el idioma del futbol viene siendo "estoy buscando un entrenador que se haga cargo". Creo que a estas alturas de la película y con el precedente de Manel, se puede establecer la "calma" entre las jornadas 5 y 6 más o menos. Después de tanto tiempo en silencio, pedir calma, ahora, para mí es de lo menos acertado.
Pero se oye hablar del buenismo y conformismo de algunos simpatizantes con la situación, como si considerasen que el resto no ve la realidad, sin plantearse que simplemente muchos prefieran mirar hacia delante de manera positiva, haya o no cambios. Por si alguien todavía no se ha enterado, el Compostela ha sido comprado y se dirige inexorablemente hacia una transformación en sociedad anónima deportiva, dónde el aficionado el único poder que tendrá será el de su dinero. La nueva propiedad ha dejado claro que no se va a relacionar con el aficionado, dirigiendo la entidad desde sus despachos, y utilizando a Miguel como megáfono y barrera, al más puro estilo Chen Yangshen el propietario del Espanyol de Barcelona.
Por supuesto que está bien mostrar la disconformidad con el espectáculo y los resultados, pero la bilis en redes sociales y los cánticos vacíos no cambiarán el rumbo de los acontecimientos. La directiva no saldrá de su agujero, Permuy permanecerá en el cargo tanto como la directiva considere en riesgo su inversión, y nada cambiará mientras su oscura hoja de ruta se siga cumpliendo. Aunque creo que ya nadie duda del evidente ahorro en el presupuesto y, que en ese escenario, las posibilidades de repetir los resultados de años anteriores es bastante complicado.
Tampoco han faltado los capitanes a posteriori queriendo aprovechar cualquier desgraciado acontecimiento para reclamar su "yo tenía razón" y su "vosotros estabais equivocados", como si realmente a alguien le fuera a importar lo más mínimo. Entre ellos, su Ilustrísima, que no podía permanecer callado y se sentía en la necesidad de defender lo suyo más allá de los tribunales. Y ¡ojo! que eso no significa que no tenga tenga razón, simplemente queda feo el momento escogido para chinchar a tus contrincantes, habiendo tenido tiempo de sobra para explicar todos los puntos negros que dejaste durante tu gestión. Aunque visto lo visto, tampoco sería de extrañar que su intervención no fuera random, y que los devenires judiciales tuvieran que ver con lo que estamos presenciando esta temporada.
De verdad que prefiero no perder más tiempo con esto, aburre. Ha quedado demostrado que la directiva ha puesto un foso entre ellos y la afición mientras litigia con Kingteiro, y nada de lo que podamos aportar será escuchado, es más, ni siquiera las protestas. El personal del club estará el tiempo que consideren oportuno, los echaran y contratarán en función de sus necesidades, y tomarán las decisiones en base a rendimientos económicos y métricas, dejando la pasión y los sentimientos en la más solitarias de las esquinas. Están peleándose por SUS cuartos y la esedé está en medio.
Mientras, en el verde, y tras el fracaso del 5-2-3 que murió finalmente en Riazor, Permuy cambió al 4-1-4-1 que presentó ante el Langreo. Con más gente por dentro, se esperaba una mayor posesión y un mejor manejo del cuero, pero definitivamente el juego siguió mostrando similares carencias. Según Permuy, la clave estuvo en los desajustes defensivos, aunque en mi opinión fue más debido a una excesiva pérdida de balones en zona de creación. En fase ofensiva sí estoy plenamente de acuerdo con el míster. Se ocupó mal el área, y los numerosos acercamientos apenas terminaron en tiros al arco. Ya en la segunda mitad, con el partido roto, poca valoración se puede hacer. El Compos arriesgó una vez más para arrancar algún punto, y pudo salir del Vero Boquete con un agujero aún más grande. Aunque sí es cierto que también tuvo sus ocasiones para marcar e incluso empatar.
Poco queda ya para el partido de Copa Federación que comenzará en un rato. Pase lo que pase hoy, Permuy se sentará en el banco el domingo ante el Marino. A partir de ahí se valorará. Uno de quince ya es para ponerse nervioso, y si hay relevo buscado podría caer la destitución el mismo lunes. De vencer en Asturias, podría estirarse la goma una jornada más. ¡Hasta la semana!!!
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