Hoy es uno de esos días en los que no apetece nada escribir. Uno de esos días en los que comunicar se vuelve muy difícil al estar todavía inmerso en un mar de emociones muchas de ellas nada positivas. La tristeza y la desazón inunda nuestros corazones y nos guía hacia una melancolía que tardará aún unos días en desaparecer. Con la derrota del pasado domingo en San Lázaro por uno a cero, el Compostela ha perdido este año su sueño y militará nuevamente en tercera división para el año que viene.
Por tener, tampoco tengo ánimo ni de recordar el encuentro del domingo, un encuentro que perdimos en una jugada aislada pero que tampoco supimos remontar. Es cierto que creamos ocasiones y por momentos parecía que podía llegar el empate pero faltó algo más. En la primera mitad, a pesar de tener la posesión como reclamaba la semana pasada, carecimos de claridad para atacar a los visitantes y sólo el tiro al larguero de Rubén alimentaba las esperanzas que anegó el gol del Salmantino. En la segunda parte mejoramos, conseguimos ser más profundos y merodear la portería de los de Salamanca pero no tuvimos el ritmo necesario para hacer que lo pasaran realmente mal. Me fastidia perder contra un equipo basado en el fútbol directo, con todos mis respetos, pero está claro que cada uno compite con sus armas y eso también es fútbol. Como todas las finales el encuentro se decidió en detalles, y en este caso el acierto cerca de la portería rival fue el que decantó la balanza.
En el cómputo general nos vamos de este playoff con tres derrotas, dos empates y una victoria, y ahí se refleja porque no ascendimos. No seré tan ventajista de acusar de especulación a un equipo que creo sinceramente ha planteado bien todos los encuentros, pero sinceramente pienso que nos faltó algo más a parte de suerte para ascender. Y no me olvido de ella, la suerte digo, porque no hemos tenido ni una pizca de esta esquiva diosa en todo este playoff. Nos debe una, y como dijo Yago hace un par de semanas, la diosa suerte siempre te devuelve lo que quita. Una pena que en esto del fútbol suela cumplirse que nunca lo hace a corto plazo.
Pero hoy también es un día para levantarse y seguir adelante, un día de esperanza para el futuro, para decir que este año no ha podido ser pero que la próxima temporada estaremos ahí para celebrarlo. Un día para enfriar una mente llena de todas estas emociones tristes y amarguras, y centrarse en preparar la próxima campaña que comenzará en apenas dos meses. Un día para mirar hacia delante y salir rápidamente de este amargo estado. Con la experiencia de lo vivido esta temporada, el equipo tiene mimbres suficientes para lograr alcanzar el objetivo el año que viene. Es hora de dejar a Casti hacer su magia y trabajar para lograr mejorar un bloque que se ha ganado la renovación con su sudor y sufrimiento. Nadie dijo que fuera a ser fácil ascender, y tal vez sea más complicado aún el año próximo con el cartel de equipos que militarán en tercera en la 2018/2019, pero con lo demostrado este año, este equipo puede. Puede ascender y puede repetir título.
Y no me gustaría despedirme sin antes dejar mi opinión sobre la afición, tanto esa fiel y desinteresada que acompaña al equipo incondicional, como esa que está cuando más se la necesita. En este playoff ha quedado de manifiesto que el Compostela tiene muchos más seguidores de lo que refleja su número de abonados. Los abonados de este año no son ni la tercera parte de la masa social que tiene este club, y no tiene que disputar partidos en la élite para que preste su apoyo si cree que el club lo necesita. Están ahí, esperando recuperar la ilusión por su club de siempre, esperando un proyecto ilusionante y seductor al alcance de su bolsillo. Vuelvo a apelar a Yago para insistir en que el ascenso lo lograremos entre todos, afición y club en armonía, como en este playoff. Hay que ser una fuerza imparable que no se limite con una oferta de abonos cortoplacista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario