En una secuencia de la Jungla de Cristal 2: Alerta Roja, el Coronel Stuart después de ser incapaz de acabar con la vida del para él insignificante John McClane dice: “demasiado factor suerte”. Siempre me gustó esa frase porque define bien al personaje pero además tiene un trasfondo psicológico, la creencia en la suerte. A día de hoy ya se sabe que escudarse siempre en la suerte tan sólo sirve para cosechar otro mal resultado. Comenzamos.
La suerte es una causa o fuerza que supuestamente determina que los hechos y circunstancias imprevisibles (o no intencionados) se desarrollen de una manera u otra. En cualquier juego, y por tanto en la vida, la suerte es esa cualidad que se venera para entrar dentro de ese selecto y envidiado club de los afortunados. Pero, ¿un afortunado nace o se hace? La estadística ya hace tiempo que demostró que la diferencia entre distintos individuos lanzando un dado tan sólo supone un 20% entre aquellos con mejores resultados y aquellos con peores tiradas. Es decir, que la fortuna innata de los más afortunados no supera el 60% ni la de los más desafortunados es inferior al 40%. Siempre hablando de series lo suficientemente largas como para ser representativas. Entonces, ¿por qué tenemos la percepción de que algunas personas tienen mucha más suerte que otras?
En un famoso experimento se colocó en el árbol de una calle bastante transitada un billete de 100$. A distancia, los investigadores observaban como la mayoría de los transeúntes pasaban por delante del árbol sin percatarse de la presencia del billete. Su estudio constató que sólo el 10% de la población estudiada sí se fijó en el billete. ¿Es este 10% de la población más afortunado que el resto? ¿Qué tiene en común este 10% que los hace diferentes a los demás?
En el deporte, siempre se dice que los partidos igualados se deciden en pequeños detalles, y habitualmente se achacan a la suerte. Pero cuando escuchamos que tal entrenador o tal jugador, incluso equipo, tiene una "flor en el culo" por sus suerte continuada, detrás lo que tenemos son personas más fuertes mentalmente que sus oponentes. Le pasa al Madrid contra el Atlético en las finales de Champions, o a España en Sudáfrica, es la “suerte del campeón”.
Algunos podrán creer que las clarísimas ocasiones del Vilalbés no entraron por suerte o que la semana pasada al Compostela le remontaron por mala suerte, pero lo que verdaderamente determina la suerte de un equipo es su fuerza mental. Esta temporada el Compostela la tiene. El año pasado el tiro de Talismán Nogueira hubiera dado en la cara del portero, y el tiro al larguero del Vilalbés hubiera ido por dentro llevándose la victoria a Villalba. Y es que uno de los mejores trabajos que está haciendo el cuerpo técnico es a nivel mental aunque quede todavía trabajo por delante. Ganar fuera es un reto mental aún por superar, así como el temido mal de alturas, pero de conseguir anclarlos, afianzaría nuestra confianza y podría hacernos aspirar a cualquier meta. Se puede pero paso a paso.
Me despido, pero no sin antes recordaros que la afición forma parte del juego y que por tanto nuestra fuerza mental aporta y refuerza la de los jugadores. Nosotros también debemos mejorar. Pero, si os resulta demasiado difícil cambiar de actitud, conducta o pensamiento, no dejéis de sacar cada domingo todos vuestros totems y supersticiones, porque no hay que olvidar que a veces, en esas cosas tan simples, reside nuestra fuerza mental.
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